La amaba así cuando llegaba la noche, cuando sus ojos renegones
pegaban de tantos tiros a la hora nocturna....
aunque sabíamos ambos que no era necesario,
la hora la manejábamos a nuestro antojo;
de eternas miradas y leves sonrisas nuestros labios,
dibujaban de estrellas el ambiente.
Su desnudez y la mía llenaban la habitación de ese calor a pasión,
calor de sangre del alma,
el tiempo no pasaba porque lo manejábamos a nuestro antojo.
Su piel a veces se cubría insignificantemente con las sabanas,
el resto y más lo cubría mi alma,
mis ganas de perderme en lo eterno de su respirar,
lo escaso del universo para nosotros dos y yo.
No se si el tiempo era eterno...pero era nuestro tiempo...totalmente nuestro,
tan de ella, tan de sus ojos, de los vientos de sus cabellos y mío;
la amaba en la madrugada mientras sus ojos protestaban por el sosiego....
y era sosiego... y era tempestad...no importa lo que era, la amaba igual,
la amaba así.....también en su silencio,
en sus cabellos, en el alma de mis huesos....
siempre era así de noche a madrugada, siempre.