jueves, diciembre 14, 2023

DESPEDIDA

 

                                                                                                  Pintura: Paul Cézanne 

Llueve a medio atardecer a lo lejos el ocaso,

la noche se acerca el reloj de arena se acaba,

neblina que oculta la visibilidad y se siente el frio,

lo humano de existir se hace tibio y opaco,

me tengo que despedir, no hace más falta quedarme;

lo mágico es que ya tuve lo suficiente en vivir desde que la luz apareció delante de mis ojos;

bueno, miento cuando digo que tuve lo suficiente, me hizo falta más tiempo esa es la verdad;

en mi cabeza pasan las personas que me han visto crecer y decrecer, me han acompañado en mis aventuras desventuradas, de altas y bajas circunstancias;

me pasa en la cabeza cuando mi mirada cruzaba el quiosco de la esquina para leer la noticia diaria de eventos y de gentes que nunca he conocido, pero las he visto y sé de ellas, las he observado ocasionalmente en el periódico de hoy, que tal vida las suyas.

me quedo contemplando las calles que he caminado y las recorro nuevamente, rápidamente y son muchas, ciudades, campos, ríos, océanos enteros, arenas, socavones, montañas ariscas, en todos los lugares estuve y ninguna me ha abatido;

simplemente quedo maravillado con lo que me ha tocado acariciar, contemplar, observar, escuchar y saborear;

los días pasaron que rápido fue, ya es hora de irme, he cumplido una función aquí de estar y no estar, tengo que despedirme;

a veces pasa por mi cabeza que simplemente me ha tocado estar por estar,

con estar consciente y acariciar los placeres que se me han antojado me quedo,

no me llevo ni papeles, ni el reloj que tengo guardado sin usar, ni palabras, pero si las experiencias que quedan en mi cabeza,

los besos que he robado, los tragos que he tomado, los bailes que me he dado, las bofetadas que me he ganado, nuestras risas, los cuerpos que he acariciado, los desaires y desasosiegos de mis chicas señoritas tan encantadoras me llevo;

mi imaginación ha trascendido hasta el infinito, mi cuerpo ha trascendido ahora,

observo y todo pasa por mi cabeza, escucho voces que me llaman, ya no hay regreso;

me despido de todo lo que he vivido, de todo y sin arrepentimientos, que tal aventura la mía;

el reloj de arena pasa por los últimos granos y ya no me queda más,

si que la vida me ha dado unas buenas bofetadas como también me ha regalado lo mágico de mi conciencia por cada instante que he acariciado, cada momento, cada segundo;

me despido, no hace falta más quedarme, mi cuerpo trasciende;

solo quiero que te quedes con esos momentos nuestros y de nadie más;

no habrá otra ocasión, ya tengo que irme, me despido.


sábado, diciembre 09, 2023

EL ESPEJO

 


PINTURA: JOHANN MONGELS CULVERHOUSE

Tengo la costumbre de mirarme al espejo a veces,

detenerme a ver mi mirada propia, ver lo extraviado de mi esencia,

observarme y contemplar como el tiempo va surcando  mi piel,

habitualmente los cabellos van en la transición a lo descolorido;

el corte de cabello aligera un poco en el tiempo,  ayuda a disimular,

descubre la piel donde nacen las líneas de tiempo marcados;

el espejo a veces se torna cóncavo y a veces convexo exponiendo lo claro de la vida en la piel,

el espejo dibuja en mi rostro el estado ocasional del momento en el día a día,

a veces por la mañana expone la resaca de la noche anterior, y a veces me expone ausentándome y escapándome en su dimensión profunda.

Me libero con la mirada fija y sin titubear, me recuerdo hace un minuto con un gesto del pasado, el futuro se hace inmediato al cerrar los ojos en mi propio reflejo,

el agua recorre la piel del rostro y descubre lo trajinado de la vida,

el día a día a veces se hace inaceptable y a veces la magia brilla tras el reflejo del espejo;

el sol, la media luna, la media mañana y la media noche se sientan en la mesa,

observan como me contemplo el rostro detenidamente a media luz,

susurran entre ellos, sus voces acarician el aire que se pierden al llegar a mí.

El espejo no miente y a veces disimula, verme otra vez en madrugada es disimular el día,

mientras todos duermen, es mi espacio para contemplarme en mis reflejos oscuros,

acariciar el sentido de quedarme detenido en el tiempo,

mientras se aclara mi propia imagen frente a mis ojos.

Los cabellos a veces se tiñen y las arrugas se saben disimular a media luz,

se presta para seguir conspirando con el tiempo a contratiempo;

habitualmente y a veces no me veo en el espejo,

me encuentro para mostrarme tal cual, al aire libre sin máscaras, ni permisos para disimular,

tengo la costumbre de a veces mostrar los espejos y celebrar su ausencia,

me contemplo propiamente sin presiones de rebajar el cabello y disimular los surcos de la piel,

tengo la costumbre de estar en mi sin los espejos que se dibujan a oscuras,

mi rostro se detiene y se congela en lo concavo y convexo del espejo a media luz,

todos duermen y mis ojos se encuentran entre si, dilatando y contrayendo sus pupilas,

susurran entre ellos, sus voces acarician el aire y se pierden al llegar a mi,

tengo a veces la costumbre a veces de simplemente ausentarme para estar en mí,

todos sueñan en sueños que se olvidan, mis sueños se hacen espejos que se parten en miles de fragmentos, me veo, me observo, me quedo quieto y eterno en los espejos, me quedo dormido.