Tengo la costumbre de mirarme al espejo a veces,
detenerme a ver mi mirada propia, ver lo extraviado de mi
esencia,
observarme y contemplar como el tiempo va surcando mi piel,
habitualmente los cabellos van en la transición a lo descolorido;
el corte de cabello aligera un poco en el tiempo, ayuda a disimular,
descubre la piel donde nacen las líneas de tiempo marcados;
el espejo a veces se torna cóncavo y a veces convexo
exponiendo lo claro de la vida en la piel,
el espejo dibuja en mi rostro el estado ocasional del
momento en el día a día,
a veces por la mañana expone la resaca de la noche anterior,
y a veces me expone ausentándome y escapándome en su dimensión profunda.
Me libero con la mirada fija y sin titubear, me recuerdo
hace un minuto con un gesto del pasado, el futuro se hace inmediato al cerrar
los ojos en mi propio reflejo,
el agua recorre la piel del rostro y descubre lo trajinado
de la vida,
el día a día a veces se hace inaceptable y a veces la magia brilla
tras el reflejo del espejo;
el sol, la media luna, la media mañana y la media noche se
sientan en la mesa,
observan como me contemplo el rostro detenidamente a media
luz,
susurran entre ellos, sus voces acarician el aire que se
pierden al llegar a mí.
El espejo no miente y a veces disimula, verme otra vez en
madrugada es disimular el día,
mientras todos duermen, es mi espacio para contemplarme en
mis reflejos oscuros,
acariciar el sentido de quedarme detenido en el tiempo,
mientras se aclara mi propia imagen frente a mis ojos.
Los cabellos a veces se tiñen y las arrugas se saben
disimular a media luz,
se presta para seguir conspirando con el tiempo a
contratiempo;
habitualmente y a veces no me veo en el espejo,
me encuentro para mostrarme tal cual, al aire libre sin máscaras,
ni permisos para disimular,
tengo la costumbre de a veces mostrar los espejos y celebrar
su ausencia,
me contemplo propiamente sin presiones de rebajar el cabello
y disimular los surcos de la piel,
tengo la costumbre de estar en mi sin los espejos que se
dibujan a oscuras,
mi rostro se detiene y se congela en lo concavo y convexo
del espejo a media luz,
todos duermen y mis ojos se encuentran entre si, dilatando y
contrayendo sus pupilas,
susurran entre ellos, sus voces acarician el aire y se
pierden al llegar a mi,
tengo a veces la costumbre a veces de simplemente ausentarme
para estar en mí,
todos sueñan en sueños que se olvidan, mis sueños se hacen
espejos que se parten en miles de fragmentos, me veo, me observo, me quedo quieto
y eterno en los espejos, me quedo dormido.
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